la situación se pone peluda


La situación se pone peluda. Suicidios y asesinatos a la orden del día. Infinitas manifestaciones de la desesperación. La mierda nos llega hasta el cuello. Se nos escurre hasta los talones. El dinero no alcanza. Y yo, yo que envilesco cada día más. En el desespero de fumar y creer hallar algunas pistas. Triste juego de un pensador.


Café y tabaco, no más. Modestas condiciones para pasar la tarde. Esta que nos han robado en la nariz, esta que a fuerza de pistola y celda nos embuten. Esta en que me evado leyendo atroces literaturas y poemas invisibles donde me reinvento. Son las siniestras tardes de un país dolido. Las dudosas ilusiones de un muchacho que se tambalea a la vuelta de una esquina de la calle Libertad.


Indudablemente. Esto es irremediable: la situación se pone peluda. Qué haremos para salvarnos? Pregunto. Rídiculo sería adaptarse. Hacerse el que no pasa nada. Ir por la vida como chupando una paleta. Cobarde sería replegarse en la seguridad del hogar y darle gusto y tranquilidad a unos cuantos de la familia. Cobarde sería quedarse callado, doblar las manitas, ponerse de a pechito. Si estamos en el momento decisivo donde todo puede cambiar.


Está en juego la sonrisa, el placer, la felicidad. Están en juego todos los besos, cada caricia, cada brote de partícula y fluído. Está en juego la plenitud. La alegría terrena y lo más hondo de nosotros. Y hartos estamos de vivir a medias, de hacerle al que vivimos, de seguir en una línea y a eso llamarle vida.


Cuándo estaremos dispuestos a dejar la cama, el sillón y todas nuestras estùpidas comodidades. Cuándo iremos a la vida. Cuándo llegaremos al mundo. Si basta hojear los diarios para darse cuenta. Si una caminata por la ciudad anuncia otras banquetas, otras plazas, otros rumbos posibles. No nos quedaremos sentados, no se nos pudrirá el fundillo en una silla. Esto es apenas el comienzo.

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