repliegue y arrebato

No mires a otros lados, te han dicho, no vayas más allá, no penetres en la superficie de la locura. Pero cómo decirlo entonces? Cómo llamar ese acorde ácido en una tarde cualquiera. Cómo esbozar las líneas de esta banqueta, de este caminar ciego y ojo abierto. Voy como papalote en el aire de la tarde. Y esta desquiciada gana de café y tabaco me intranquiliza. Me arrebata la facultad de simplemente estarse. Sin más. Como planta, como piedra, como humo. Allá va de nuevo la mano a la barba. Esa minuciosa sospecha de nervio y agitación. Esa mirada que no basta en la nada y busca algo a donde agarrarse aunque sea por unos minutos más.

Pelo tras pelo, uña tras uña, loco revolver de manos y palabras. Respiro la tensión del día. Fumo. Me doy cuenta que duermo menos cada vez. Que sueño cada día más. Me alucino. La rítmica métrica de los días, de las agitaciones. Doy de patadas al aire. Me acelero como saxofón.

Si bastara una pieza de pan por la tarde. Si bastara la mirada. Si pudiera estar así sin más. Sin planes. Ni proyectos. Ni buenas intenciones. Sin sed ni hambre. Sin estas ansias que me separan del teclado.

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