aproximaciones al vértigo

Con los nervios desvencijados, me dispongo a la inutilidad del día. Trastoco lo que queda de mí. Me disuelvo en cucharadas de café. Vital alteración de mi sustancia retroactiva, insomne de mirar. Chirriar de recuerdos. Atrapavientos. Soplavelas. La imaginación y la miseria vertidos en la mesa. En el caudaloso cenicero. En los coquitos de la marihuana. En el reverso de un periódico de ayer. Estas ganas de vivir, de cambiar el ritmo maquinado de las circunstancias. Estos recuerdos. Estos atropellos de la memoria y la lucidez perra. Estos estos. Este que tiembla y soy yo. La errada configuración del azar y el capricho.

Aquí me tienes otra vez. Desmitificándome. Introvertiéndome. Metiéndome dosis de ti y de mí, de nosotros, de lo que somos y invento, de lo que acumulo en caminatas, en absurdos recovecos de mi mismo mismo. Este encajoso creer que se puede. Que aún se puede algo. Que esto no puede ser todo. Este trago amargo de café que doy en la sospecha de un final abrupto. De un destino atroz que me carcoma las intenciones, la buena voluntad, la mía.

Para qué tanta preocupación, me pregunto, y doy otro trago. Para qué. Para qué. Y empiezo a llorar de nuevo. Empiezo a reconvertirme en bestia, en niño, en imbécil, en el sabio que alimenta su transfiguración en la nada. El ánimo como remolino me arrastra a sus aceras. Me acarrea las manos a la barba. A ese jaloneo compulsivo de ansias y esperanza. A arreglárselas en el desasoiego. En la diurna intranquilidad. En el loco correr del pensamiento y la agitación de la conciencia. En el él. En el yo. En el nosotrxs.

Qué gano con entrenerme mirando, mi propia aniquilación, el intento de mí, los sueños que me habitan. Qué gano con fumar y fumar. Con hacer un jazz de mis palabras, de mis actos anteriores, este jugar siempre con el cuerpo, con la pupila, con la lengua. Este juego de mí y de mi voluntad errabunda. Este juego de pasos sin sentido. Esta deriva en busca de encuentros. Este deambular. Este afán de ver las cornisas y las alcantarillas. De elevarse y hundirse en el transcurso de un día, de una noche, en el trascurso de la vida. En esta mesa revuelta. Entre tazas y colillas de tabaco. Entre esbozos de mis intenciones.

Por qué no salir al mundo así sin más y ver qué pasa. Para qué hacer planes. Qué quieres de ti pensando tanto en ti. Para que tanto egoísmo a tu propósito. No tendrás que venderte al diablo. O levantar el fúsil. Vivir con emociones, eso sí. Vida y emociones. Ánimo. Alteración de los sentidos. De la conciencia. Placer. Aproximaciones al vértigo y el espasmo. Empieza esta temblorina. Èsta de saltar por la ventana. Este titiriteo de mí. Dónde dejé los cigarros?